Omiya

El barrio del bonsai

6/14/20256 min read

Existen lugares realmente especiales, y uno que para cualquier amante del bonsái es una verdadera locura, es Omiya. Si llevas un tiempo en el bonsái, probablemente ya sabes de este lugar, pero si por algún motivo no lo conoces, aquí te voy a contar mi experiencia al visitarlo.

Si leíste mi artículo anterior, sobre el robo de árboles, estarás al tanto de los problemas que tuve al momento de visitar distintos viveros y jardines de bonsái en Japón. Y Omiya no fue la excepción. Así que el registro fotográfico, lamentablemente, es bien pobre.

Omiya es el barrio del bonsái de Tokio (Omiya-cho), específicamente en Saitama. La historia cuenta que, después del gran terremoto de Kanto en 1923, un grupo de bonsaístas profesionales se mudó al norte de Tokio y formó esta comunidad compuesta por varios viveros de bonsái.

Si viajas desde Tokio, el trayecto toma poco menos de una hora desde la estación Tokio, en donde debes tomar el tren en dirección a Saitama hasta la estación Omiya, por lo que es un perfecto viaje de un día.

¿Tienes planeado ir a Japón y visitar Omiya? Si tienes alguna pregunta sobre Omiya o el viaje, déjame un comentario y con gusto te ayudo.

¡Nos vemos en un próximo post!


Te invito a seguir leyendo, comentar y compartir tu propio camino.
¡Bienvenido a Bonsai Chiloé!

Para nuestra felicidad, en el museo sí está permitido grabar y tomar fotos, así que pude documentar ese bello lugar, en el cual hay árboles impresionantes, tanto por su vejez como por su calidad como obras de arte.

Aquí les dejo el link a la galería y también un pequeño video que armé para mi canal de YouTube, con el que espero poder transmitirles, a través de las imágenes, un poco de la belleza del lugar.

Yo fui con mi familia y me acompañaron dos amigos japoneses. Uno de ellos vive en Omiya desde hace unos años y nunca había hecho el recorrido por los viveros ni mucho menos visitado el museo, así que para él fue una sorpresa encontrarse con toda esta riqueza cultural a pocas cuadras de su casa. Incluso fue muy divertido que un chileno le estuviera explicando y respondiendo decenas de dudas sobre bonsái a dos japoneses.

Primero comenzamos visitando Fuyo-en, el vivero más cercano a la estación a la que llegamos. Un jardín espectacular, con muchos árboles increíbles. Aquí empezó el drama de las fotografías: no pude hacer ningún registro. De ahí caminamos a Seiko-en. Solo hice una foto del acceso, pero recuerdo bien este jardín. Si bien era hermoso, no me sorprendió tanto como Fuyo-en. Encontré que en este último había más cosas espectaculares, pero de todas maneras, una belleza. Tenían un lindo espacio con venta de macetas, y estuve tentado de comprar, pero menos mal que no lo hice, ya que en mi viaje a Tokoname pude comprar unas piezas mucho más espectaculares y a mejor precio.

Como estábamos con nuestros amigos japoneses, y el que vivía allá nos invitó a almorzar, decidimos priorizar el museo y nos fuimos para allá.

Foto 1: Acceso Museo del arte del bonsai de Omiya.

Estación de Omiya.

Si uno va solo a hacer el tour de los viveros y el museo, con un día de paseo puedes recorrer todo, pero quizás quedes con ganas de más. Como nosotros fuimos con amigos, ese día no pudimos seguir visitando el resto de viveros. No fue un problema, ya que sabía que tenía que volver a Saitama para visitar el jardín del maestro Kimura (ya haré un artículo sobre eso) en unos días más, así que dejé el resto de Omiya para mi próxima visita.

Seis días después, y luego de una intensa y emocionante visita al jardín del maestro Kimura, volvimos a Omiya y pasamos a almorzar a un restaurante al costado del museo: el Bonsai Restaurant Omiya, un lugar ambientado en el mundo del bonsái. Incluso puedes comprar herramientas y macetas, entre otras cosas. Al caminar desde la estación al restaurante, en todo momento se nos recordaba dónde estábamos. Había detalles muy lindos en el trayecto: las tapas de las alcantarillas de Omiya hacen referencia al bonsái, y también la ruta desde el tren al museo estaba demarcada con cerámicas en el piso que tenían impresas imágenes de bellos bonsáis. Todo muy bien pensado y, siempre, estéticamente perfecto.


Incluso, en el mismo recorrido, se pueden ver casas particulares con jardines de bonsái. Solo les puedo decir que me dieron ganas de tener una casa en ese lugar.

Luego del almuerzo, nos lanzamos a recorrer los viveros restantes. Para no hacer una descripción uno a uno, les voy a hablar de los dos que más me llamaron la atención. Primero, Mansei-en, para mí el más impactante de los viveros de Omiya. Un lugar con muchos ejemplares de gran calidad, dentro de los cuales había piezas verdaderamente inspiradoras. Pero además, algo característico de este vivero son los bonsáis gigantes. Si bien, en términos estrictos, no son bonsáis debido al gran tamaño, ver árboles trabajados como bonsái en esas dimensiones me dejó sin palabras. Recuerdo un pino que estaba cerca del acceso, al cual me quedé observando por largos minutos, tratando de entender cómo ese árbol era capaz de estar ahí, en una maceta igual de enorme. Aquí me saqué las ganas de tomarme un par de fotos con unos árboles que estaban en la calle, también de formato gigante, aunque diría que los de adentro eran un medio o un tercio más grandes.


Tapa de Alcantarilla.

Cerámicas en el piso en la ruta desde el tren a lo museo.

Jardines en casas particulares.

Árboles en el acceso a Mansei-en.

Y el otro vivero que me encantó fue Toju-en, con muchos árboles de gran calidad. Cuando llegamos estaban realizando clases, y aquí fue donde vi un par de aprendices jóvenes dando vueltas por el vivero, haciendo diversas tareas, y que amablemente respondieron a varias preguntas que les hice. Incluso me dieron algunos datos de cosas que estaba buscando y que solo un bonsaísta japonés podía darme.

Para terminar la jornada, volvimos a ir en dirección al museo, ya que en la parte de atrás hay un pequeño puesto de venta al aire libre donde se pueden encontrar materiales de trabajo y, principalmente, macetas. Los precios ahí estaban increíblemente bajos, así que no perdí la oportunidad y me compré dos macetas muy lindas a muy buen precio.

Después de eso y visitar Kyuka-en, -pequeño vivero y no tan grande ni organizado como los demás, pero con varios arboles interesantes- nos fuimos rumbo a la estación y de vuelta a Tokio.

Sin duda, Omiya es una visita obligada. Si estás pensando en ir a Japón y vas a estar en Tokio, deja un día solo para pasear y conocer el bello barrio de Omiya y descubrir sus encantos.

Pino Blanco en Kyuka-en.

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